jueves, 7 de marzo de 2013

DAME MÁS TELE: HASTA SIEMPRE DON PABLO

Dame más tele rinde homenaje a Pepe Sancho a través de uno de sus personajes más recordados


Pelo canoso, elegante traje siempre impoluto, fino bigote de tintes fascistoides, voz penetrante, aire de superioridad y seguridad en si mismo y una media sonrisa que cautivaba y helaba la sangre a partes iguales. Ese era Don Pablo Ramírez Sañudo, la eterna némesis de Antonio Alcántara, el reflejo de ese tardofranquismo que tan bien se dibujaba en 'Cuéntame cómo pasó', sin duda una de las mejores y más longevas series españolas de los últimos viente años. Aunque hacía tiempo que el inimitable y polífacético empresario no rondaba por el barrio de San Genaro, el pasado domingo nos dijo adiós para siempre este 'malo' entrañable que anidara en el recuerdo de los millones de espectadores que con devoción de beata, seguimos las andanzas de los Alcántara.

Y es que Don Pablo era de esos personajes que conseguían algo que pocos, muy pocos han logrado conseguir. Al igual que unos años antes lo hiciera el también recientemente desaparecido 'J.R', este empresario de artes gráficas, fallido constructor, siempre emprendedor y en general superviviente, logró resultar detestable y a la vez simpático a los ojos de una audiencia que nunca dejó de sentir empatía con ese 'cabrón con gracia'. Nuestro protagonista era capaz de desplegar todo tipo de comportamientos más que censurables pero siempre exhibiendo un estilo y una actitud, que encandilaban al ojo del observador, haciendo que en cierto modo sus maldades terminaran difuminándose. Podía acabar de hacerle a Antonio la mayor faena del mundo, que justo antes de abandonar la escena, con un "No me trates de usted no Antoñito, de tú Antoñito, de tú....", nos robaba el corazón.

Cierto es que en su día no tuvo reparo alguno en hacer del bueno Alcántara cabeza de turco de su sonado escándalo inmobiliario. Pero cierta es también ya su emblemática aparición con dos millones de pesetas que salvaban a última hora a su eterno escudero de pasar una larga temporada a la sombra. Y es que Don Pablo era así, un ser contradictorio en el cual se unían una falta de escrúpulos compensada con un sentido del honor que ha quedado tristemente anticuado con el paso de las décadas. Era ese quijotesco caballero español el que de vez en cuando se imponía al tahúr de cartas marcadas, haciendo aflorar en si un profundo sentido de la justicia en los momentos más críticos, que era cuando nuestro protagonista lograba siempre redimirse. No en vano fue ese afán bondadoso y justiciero el que le valió ganarse con el paso de los años y a pesar de los pesares, la eterna amistad de Antonio, su otra cara de la moneda, la encarnación de la honradez y la virtud. Semejante aval dignifica la figura de este hombre que podía ser flexible en su moral y su ética y a la vez rígido en su orgullo e integridad cuando se trataba de demostrar que tenía alma de héroe.

Nos deja un personaje que amo la vida y la exprimió hasta los últimos instantes, que supo pasearse por ella sin dejar a nadie indiferente. Fue la encarnación de la eterna paradoja que impregna a aquellos que sin ser buenos no resultan antipáticos y que no siendo intrínsecamente malos regalan geniales destellos de altruismo cuando menos te lo esperas. Ese era Don Pablo, un 'gentleman' de patibulario, un jugador de ventaja compasivo, un ladrón con conciencia, un sátrapa con corazón, un cobarde, un valiente, un verdugo, un amigo. Vete tranquilo viejo amigo, ya eres parte de uno de nuestros grandes tesoros: nuestra memoria, nuestro recuerdo de momentos entrañables frente al televisor en los que siempre tendrá lugar especial el impasible ademán de Don Pablo Ramirez Sañudo, alférez provisional del glorioso ejército español.

(D.E.P Pepe Sancho)





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