DAME MÁS TELE: Un bofetón para Corina

La princesa de 'Un príncipe para Corina' demuestra en sólo dos programas que mal haría en sentirse superior a los supuestos 'frikis' que la pretenden

Vigoréxicos ultracristianos, vasco-asiáticos aficionados a la pornografía, gallegos rechonchos que arreglan cosas, vampiros cuarentones con gusto por la costura y un sin fin de personajes más completan el estrafalario y divertido elenco de pretendientes en el nuevo reality de Cuatro 'Un príncipe para Corina'. Tras sus dos primeras emisiones, el planteamiento del programa es por todos conocido: un grupo de desvergonzados muchachos, que van desde los excéntricos menos agraciados hasta los guapos mas insustanciales, lucharán por conquistar el corazón de Corina, una guapa y joven moza que tendrá que verse inmersa en las mas inverosímiles situaciones antes de encontrar a un príncipe azul que colme sus ansias de amor y felicidad eternos.

En principio se nos dibuja un escenario en el que Corina es presentada como una mujer que encarna la aspiración de cualquier hombre. Una semidiosa que desciende de su torre de marfil y se digna a dar la oportunidad de que este grupo de muchachos sacados de un casting digno de varios premios EMMY, la conozcan y puedan seducirla. En ese proceso, el espectador tiene la oportunidad reírse con y de los aspirantes a príncipes, que no escatiman en torpezas, comentarios hilarantes e insólitos comportamientos. Mientras, el televidente puede admirar la generosidad de una dama, que pudiendo tener a cualquiera, prefiere sin embargo abandonar su palacio en compañía de sus consejeros y buscar a su media naranja entre el populacho.

Pero realmente lo que se plantea un observador con algún atisbo de sensatez tras observar el desarrollo de este espacio es lo siguiente: ¿realmente quien hace el esfuerzo? ¿los 'sapos' o la princesa? Porque siendo sinceros ¿qué es lo que hace de Corina una mujer especial? ¿que puede ofrecer a su futuro amante? Como es sabido, la belleza es efímera, pero no lo son la superficialidad, la estupidez o la frivolidad, y de eso nuestra princesita va sobrada. Sorprende e irrita que sean los cortejadores el centro de atención de la burla cuando bien podría serlo esta rubia insustancial, que ya ha dado muestras mas que suficientes de ser una simple muñequita, un maniquí, un auténtico exponente de la mujer florero, de esta típica muchacha a la que no te tomas en serio después de dos cafés. En definitiva, un lastre para todas aquellas rubias que luchan para que se extinga el histórico cliché que las lleva estigmatizando durante décadas.

Y es que no debe ser motivo de rubor ser aficionado al 'manga' aunque hayas rebasado la treintena, compartir tu amor entre las pesas y la Biblia, tener mas operaciones que un cuadernillo de Rubio o afirmar que tienes 2800 años y encuentras en la sangre la fuente de poderes sobrehumanos. Si debe serlo no reconocer la bandera del País Vasco, y lo que es peor, confundirla con la de China o hacer gala de que tu mejor amigo sea un obeso amanerado con un absurdo flequillo que hace juego con su necedad. Si debe serlo dejar claro delante de toda España que Dios te dio una belleza directamente proporcional a tu vacuidad como ser humano. Esa terrible indiferencia ante todo lo que no sea fútil, trivial o insignificante que impregna tu ser Corina, y que refleja que mas que necesitar un príncipe, necesitas el bofetón que todos hemos pedido a gritos alguna vez para poner los pies en la tierra y que tu reclamas a pleno pulmón domingo tras domingo.